Queridos hermanos en Cristo, el
Papa Francisco ha dicho que “Dios nos espera siempre, aun cuando nos hayamos
alejado”; quizás algunos ya hemos agradecido a Dios por todas las bendiciones
recibidas y por recibir, hemos realizado un examen de conciencia y
obtenido la gracia de la absolución por medio del sacramento de la
reconciliación; otros están tomando la decisión de confesarse o disponiéndose a
realizar los cambios necesarios para poder recibir los sacramentos.
El tiempo de Adviento y Navidad son
bendiciones para compartir en familia, ¡aprovechemos al máximo!, y es
esencial proponernos que los siguientes 365 días aunque solo nos reunamos
dos de los miembros de la familia, oremos juntos, con la plena confianza que en
el tiempo de Dios, aquel familiar regresará a la fe, a la iglesia o
mejorará su relación filial con Dios y con la familia. Debemos aprovechar todos
los encuentros familiares, tantos los tristes como los alegres.
Dar el primer paso y los que siguen
¿cuántos pasos llevas?, ¿has acompañado a que otros emprendan el
camino de la reconciliación con Dios, con la Iglesia, consigo mismo y la
familia?, perdonar, perdonarse o recibir el perdón de esa persona amada,
es liberarse de cadenas que impiden caminar en victoria para la Gloria de Dios,
bien nuestro y de la familia. Nuestro Padre celestial se alegrará con este
regreso (San Lucas 15).
Desear recibir sacramentalmente a
Jesús, es el primer paso para obtener gracia y múltiples bendiciones para el nuevo
año, subir a otro nivel y hacer cambios radicales como liberarse de la
fornicación o del adulterio, sería lo ideal, por eso sin miedo hay que
acercarse al párroco. Mientras tanto, es recomendable examinarse
frecuentemente la conciencia, practicar las obras de misericordia (1 Juan
3:17), la comunión espiritual, la Eucaristía y rezar el rosario.
“Cada uno recoge el fruto de lo
que dice y recibe el pago de lo que hace”, quizás durante este año por
distracción no fuimos claros en nuestro actuar o hablar y causó que
otros pensaran mal o hablaran mal de nosotros, cayendo hasta en la
calumnia, por lo tanto, no podemos ser indiferentes, debemos aclarar la
situación por caridad, para que nuestro hermano no continúe en pecado ni otros
más pequen. ¿Qué tan indiferentes hemos sido ante el pecado de
nuestros hermanos?
Hay que vivir sabiamente a la luz del
Espíritu Santo, realizando los correctivos necesarios a los planes que tenemos
para este nuevo año y que sean según la voluntad de Dios. ¿Será que hemos
planificado un encuentro o reencuentro verdadero con Cristo, imitándole,
viviendo el Evangelio, revistiéndonos de su armadura y saliendo al
encuentro de Cristo con nuestros hermanos, ayudando a que vecinos y
amigos también le conozcan, animados con nuestro gozoso testimonio?
Por: Jaynes Hernández Natera, Coordinadora Apostolado María Madre nos reconcilia con Cristo
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