San Juan de la Cruz
Isaías 41, 13-20: “Yo soy tu redentor, el Dios de Israel”
Salmo 144: “Bueno es el Señor para con todos”
San Mateo 11, 11-15: “No ha habido ninguno más grande que Juan el Bautista”
Isaías 41, 13-20: “Yo soy tu redentor, el Dios de Israel”
Salmo 144: “Bueno es el Señor para con todos”
San Mateo 11, 11-15: “No ha habido ninguno más grande que Juan el Bautista”
Tiempo de
Adviento es tiempo de reconocerse necesitado, hambriento de Dios.
Resuenan como un bálsamo en mi corazón las palabras
con las que Isaías busca animar a su pueblo y levantarlo de su postración: “Yo,
el Señor, te tengo asido por la diestra y yo mismo soy el que te ayuda. No
temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, que soy yo, dice el Señor, el que te
ayuda; tu redentor es el Dios de Israel”. Palabras tiernas que intentan alentar
y fortalecer a un pueblo que desfallece en el destierro y está a punto de
sucumbir a la tentación del desaliento.
Pequeño como un gusanito, insignificante como una oruga, así lo han hecho sentirse las agresiones y el hambre, las humillaciones y los fracasos, pero el profeta lo invita a sentirse asido por la diestra del Señor. Y lo lanza a una misión que tiene los objetivos claros de destruir toda maldad… Son palabras también para nuestro pueblo, que en medio de sus angustias y debilidades busca nuevos caminos de salvación y se enfrenta a las graves dificultades que otros enemigos, muy distintos de los de aquellos tiempos, le presentan.
Pero por más pequeño que se sienta, por más
insignificante que se considere, debe reconocerse en la mano del Señor, debe
escuchar las dulces palabras de aliento que le ofrece, debe meditar en su corazón la
melodía de amor y de fortaleza que le entona su Dios.
Tiempo de Adviento es tiempo de reconocerse
necesitado, hambriento de Dios.Es sentirse acurrucado a su regazo y protegido de
todos los males. Es descubrir, como nos dice el salmo, al Señor que es
bondadoso con todos y cuyo amor se extiende a todas las creaturas. Pero esta
sensación de seguridad y de ayuda, de ninguna manera nos llevará a falsas
ilusiones de proteccionismo o pasividad. Todo lo contrario, ya el mismo
Señor nos dice que el Reino de los cielos exige esfuerzo y que sólo los
esforzados lo alcanzarán, como Juan el Bautista y los profetas que lo
anunciaron. Juan Bautista el mayor de los profetas nos acucia con su presencia
y con sus palabras para descubrir esa misericordia y grandeza de Dios en el
Mesías que está por llegar. ¿Qué siente tu corazón al escuchar las palabras de
Isaías? ¿Cómo te acercas a este Dios que es tu protección y tu vida?
Por:
Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | www/catholic.net
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