Dios
Padre es paciente, siempre quiere nuestra conversión y comunión con el amor de
su Hijo, que nos transforma en luz y sal del Evangelio. Él sale al encuentro de
los que aún no le llaman Padre y cuando nos disponemos a su encuentro o
reencuentro, el cielo se alegra. Estemos atentos a lo que nos tiene el Plan
Pastoral para este año.
A través de la historia todos hemos sido dotados del espíritu y de la
mente para percibir y conocer a Dios, sin embargo, los cristianos tenemos la bendición de conocerle a través de su
Hijo Jesús, quien nos enseñó a llamarle Padre (Mateo 6, 9), a confiar en su misericordia
y de compartirla. Él nos conoce por nuestro nombre y nuestro corazón (2 Corintios
2, 19), nos llama a participar y practicar su misericordia (Juan 6, 65) y dar
buen testimonio.
Nos encontramos con Jesús cuando oramos, escuchamos y vivimos su
Palabra, hacemos la voluntad del Padre en los sacramentos, practicamos el bien
y evitamos el mal, corregimos los errores, perdonamos y pedimos perdón. Algunas
veces el encuentro es a través del santo testimonio de un hermano. ¿Para quién seremos instrumento del encuentro
con Jesús este año?
Jesús sale a nuestro encuentro, como en el camino a Emaús, en los
momentos tristes, de soledad, de aridez, de pereza, de tentación, igual en las
alegrías como en las bodas de Caná, etc. ¿Cuál es tu experiencia? Es importante que nos esforcemos en cuidar nuestro
templo interior donde hace presencia Cristo, quedándose en nosotros para
irradiar su presencia. Tengamos en cuenta:
1. Silenciar el corazón y los oídos del
alma: en la vida diaria
escojamos pequeños momentos, ejemplo mientras nos transportamos, subimos
escaleras o entramos en nuestra habitación, como dice en Mateo 6, 6, para
nuestro encuentro con Dios.
2. Ser consciente de la Omnipresencia de
Dios: Jesús está en todas partes, ¿estará de acuerdo o no, con lo
que estoy haciendo ahora?
3. Tener fe: El Señor nos da fe plena, libre, fuerte,
alegre y activa para tener confianza de
hijo.
4. Invocar al Espíritu Santo para que nos dé la gracia diaria y continua.
5. Pedir al Señor que nos enseñe a orar (Lucas 11, 1). Jesús es Maestro de oración. Tengamos una oración interior continua, rezando
jaculatorias, actos de fe (Efesios 6,18).
6.
Querer estar en presencia de Dios, en las alegrías y en las pruebas.
7.
Dar gracias por todo.
8. Pedir la intercesión de la Virgen María, Llena
de Gracia, de San José, maestro de oración, y de los Santos Ángeles, para
que nos mantengamos fieles y perseveremos en este propósito.
Por: Jaynes Hernández Natera, Coordinadora Apostolado María Madre nos reconcilia con Cristo
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