La meta no es casarse, es el comienzo de una vida
en común para ir cubriendo etapas. No es lo mismo verse y hablar cada día que
vivir juntos.
Compartir tus proyectos tus gustos, tus ratos de ocio es algo maravilloso pero
dejando encerrado el egoísmo en una caja con llave. Eso no quiere decir que hay
que vivir en una celda y el matrimonio sea una prisión, todo lo contrario.
La sexualidad es algo muy importante para una
relación exitosa. Actualmente se ha devaluado enormemente su importancia. Todo
el mundo habla de sexo sin ningún pudor y es que confunden el instinto con las
verdaderas relaciones sexuales que son fruto de la unión más estrecha que un
hombre y una mujer pueden tener. Se funden en uno, pero esa unión no es más
que una necesidad fisiológica carente de todo sentimiento si no existe
amor, entrega, dedicación y fidelidad. Por eso hacer el amor no es
tener relaciones
sexuales.
El otro día leí que hay aves que vuelan muy alto en
bandadas, unas junto a otras pero que si las atáramos las patas caerían desde
arriba y sería imposible levantar el vuelo. Lo mismo pasa a las
parejas que vuelan atadas el uno al otro. Hay que ir juntos pero cada uno a su
paso, procurando apoyar y no entorpecer. Complementando, enseñando, ayudando a
seguir el camino.
Los dos yendo en la misma dirección.
Así cada día, como si fuese el primero y el último.
Para ese caminar es imprescindible la paciencia. Una virtud un poco olvidada en
la sociedad de hoy.
Todo es inmediato, hemos inventado la olla a
presión donde se cuecen alimentos en pocos minutos. Internet nos comunica al
instante atravesando el océano. Nos vamos en pocas horas a kilómetros de
distancia.
El matrimonio es un devenir lento, con paso seguro,
con mucha dedicación y sin prisas. No todo el mundo es capaz de recorrer ese
camino pues la meta según nos vamos acercando se va alejando un poco más. No llegamos
nunca. En cada etapa de nuestro recorrido nos pide algo diferente.
Al principio vamos rápidos, apasionados, con
empuje. Luego impacientes, decepcionados por las dificultades pero fuertes y
seguros. Más tarde cansados, desilusionados pero experimentados y dando
prioridad a lo que de verdad importa. La generosidad no debe faltar en ningún
momento, es el alimento que nos mantiene unidos.
Así se irá desarrollando nuestra vida en común.
2 Corintios 9:7
Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su
corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con
alegría.
Oración
Señor, que no me canse nunca de dar sin pedir nada
a cambio. Nuestra vida será alegre pues Tú nos bendices.
Fuente: Catholic.net
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