Es el Día del amor hecho
pan y hemos de volcarnos en amor hacia aquellos hoy más que nunca que están tan
necesitados.
Éxodo 24, 3-8: “Ésta es
la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes”
Salmo115: “Levantaré el cáliz de la salvación”
Hebreos 9, 11-15: “La sangre de Cristo purificará nuestra conciencia”
San Marcos 14, 12-16. 22-26: “Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre”
Salmo115: “Levantaré el cáliz de la salvación”
Hebreos 9, 11-15: “La sangre de Cristo purificará nuestra conciencia”
San Marcos 14, 12-16. 22-26: “Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre”
Celebramos este día la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, el Corpus Christi. Por su infinito amor, Jesús de Nazaret decidió quedarse entre nosotros en el Pan y el Vino de la Eucaristía. Y es ese prodigio sublime lo que hoy estamos conmemorando. Es una gran prueba de amor. Y de ese amor total de Dios por nosotros debe surgir, incluso impetuoso, nuestro personal amor por Dios y por los hermanos. Es el Día del amor hecho pan y hemos de volcarnos en amor hacia aquellos –hoy más que nunca—que están tan necesitados por los desmanes de una crisis que han provocado unos pocos.
Si contemplamos la mesa
de Jesús encontraremos tantos signos que nos provocan y nos ilusionan, pues Jesús
nos ama de veras. Su mesa es la mesa del servicio, donde los que
participan, no se sienten excluidos; donde los que se acercan, son
recibidos con muestras de comprensión y afecto; donde los que tienen hambre
pueden saciar su necesidad, sin necesidad de venderse por un mendrugo; una
mesa de solidaridad.
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis
de Irapuato / www.catholic.net
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