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Familia que reza unida, permanece unida

Cuando echamos una mirada de manera profunda al hombre y su manera de actuar, todo indica que la causa de todos los males radica en que Dios ya no está en el corazón de las personas, y por tanto, tampoco en el de la familia, ni puede permanecer en la sociedad.

Sin la presencia de Dios en la vida del hombre, no hay para él perspectivas de una auténtica salvación, todos los medios que se ofrecen al hombre son, en el mejor de los casos, tan solo placebos si no totalmente dañinos.

Será por eso que nunca antes la Madre de todos los hombres había tenido que venir tan urgentemente en ayuda de sus hijos con su amor maternal como en estos tiempos. Ninguna madre podría permanecer tranquila viendo cómo se condenan sus hijos, aunque éstos sean culpables del delito más abominable, más bien los sigue amando y permanece con ellos en su aflicción, y mientras mayor sea este apuro, más fuertemente luchará por salvarlos.

La Santísima Virgen nos ha dicho que la paz sólo puede darse a través del retorno a Dios por medio de la oración especialmente del rezo del Rosario.

¿Por qué este énfasis en el Rosario? Nuestra Santísima Madre sabe perfectamente que tal como pensamos, actuamos. Las creencias anteceden a los hechos, y Ella sabe también que no hay nada más capaz de enderezar nuestro pensamiento y contrarrestar los errores de nuestra sociedad moderna que la meditación diaria de los misterios del Santo Rosario.

Lo advertía con clara nitidez el Papa Pío XII: «Pues vano será, ciertamente, empeñarse en buscar remedios a la continua decadencia de la vida pública, si la sociedad doméstica -principio y fundamento de toda la humana sociedad- no se ajusta diligentemente a la norma del Evangelio».

El Padre Gino Burresi hace la siguiente pregunta: «¿Cuál es la razón por la que Dios no puede entrar en tantos hogares

Es porque tantas familias ya no rezan más; no se acercan a los sacramentos y así gradualmente resultan infectados con el materialismo, el cual ahoga y ciega y termina por dejarlos en las tinieblas. En tiempos pasados en que era una alegría tan grande ser parte de aquellas familias, reunidas frente a un cuadro de Nuestra Señora, aun los pequeños, y los padres les podían enseñar el «Padrenuestro» y el «Avemaría» y entonces todos rezaban el Rosario. Pero ahora hemos perdido el Rosario; nuestros hijos no saben siquiera lo que es. Queridos padres, si no ponemos el Rosario en manos de nuestros pequeños, ¿que llevarán sus hijos cuando tengan dieciocho? ¿Pasarán su adolescencia en vano? Si no encuentran las «armas de amor», podrán algún día encontrarlos portando revólveres, las armas del odio, ¿y sus padres no serán en parte culpables?
«En los tiempos en los que todas las noches en cada familia, el jefe de ella lo dirigía y los miembros lo rezaban con él, los hogares sabían a santuario, y su buen olor se difundía benéfico hacia afuera, influyendo en la vida pública».
«Desde que el Rosario ha sido desechado como un utensilio pasado de moda, la casa ha comenzado a heder como inmunda guarida y también la vida pública se ha impregnado de un tufo obsceno».

Se ha perdido la llave de los tesoros de Dios –los únicos que no temen a la polilla- y todos los otros sobre los cuales se había concentrado nuestra avidez han quedado reducidos o se van reduciendo a ceniza y ponzoña.
Roberta Panek madre de cuatro hijos, solía escribir una columna titulada Tan sólo un día más. Uno de sus artículos lo intituló: Rezar el Rosario constituye una forma de unión. Era otra manera de expresar el famoso lema del Padre Peyton: Familia que reza unida, permanece unida. El artículo decía:

«Anoche, mi hija de ocho años Laura y yo, hicimos algo distinto: rezamos el Rosario juntas. De las 19:35 a las 19:55 rezamos los Misterios Gloriosos, y ¡fue de verdad glorioso! En un momento dado durante nuestra oración nos sentamos y nos sonreímos la una a la otra. Sonreímos y sonreímos. Nuestros corazones se unieron…
Pasaron los días… Laura y yo, hemos rezado el Rosario durante tres días consecutivos, es unión para nosotras, aprecio y me deleito con esos momentos…
La oración nos hace más conscientes del presente, todo lo que hacemos (decimos, comemos, bebemos, pensamos, escribimos) ejerce algún pequeño efecto sobre nuestro futuro, decisiones pequeñas pueden incluso ser tan significativas como las grandes, la oración nos ayuda a dirigir nuestros pensamientos».

El mundialmente conocido sacerdote P. Patrick Peyton (1909-1992), fundador del Apostolado del Rosario en Familia, había aprendido a rezar el Santo Rosario desde la más tierna infancia en su nativa Irlanda: «en su casa, cada noche, la familia se arrodillaba a rezar el Rosario, dirigidos por su padre. Y, así, en medio de su pobreza, al calor de su hogar, conoció a Dios. Esa era la experiencia que él anhelaba compartir con todos».

El P. Peyton, desde sus primeros tiempos de vida sacerdotal se consagró al extraordinario apostolado de hacer que el Santo Rosario se rezara en cada casa; en esa perspectiva ni bien ordenado al sacerdocio escribió a todos los obispos de los Estados Unidos para pedirles que fomentaran el rezo del Rosario en los hogares, «con ese mismo objetivo, fundó una productora que creó programas de radio y televisión, además de películas para evangelizar y para vincular los misterios del Rosario con la vida diaria».

En la citada encíclica del Papa Pío XII sobre el Rosario en familia, el Pontífice daba la consigna: «Es Nuestro deseo especial que sea en el seno de las familias donde la práctica del Santo Rosario, poco a poco y doquier, vuelva a florecer, se observe religiosamente y cada día alcance mayor desarrollo. Pues vano será, ciertamente, empeñarse en buscar remedios a la continua decadencia de la vida pública, si la sociedad doméstica -principio y fundamento de toda la humana sociedad- no se ajusta diligentemente a la norma del Evangelio. Nos afirmamos que el rezo del santo Rosario en familia es un medio muy apto para conseguir un fin tan arduo».

Recogiendo la consigna que el Papa Pacelli dio a la familia católica, el Padre Royo Marín, O. P. la explana así:
1.    El Rosario de nuevos esposos: Entre las primeras alegrías del nuevo hogar, con los misterios del porvenir… vuestras esperanzas y propósitos bajo la Madre del Rosario.
2.    El Rosario de los niños: Inconscientes, distraídos sienten en las cuentas del Rosario el corazón dulce de María.
3.    El Rosario de la joven: Que confía su porvenir, un tanto preocupada y seria, a la Virgen Inmaculada. Que reza porque el día que ella espera, sea feliz al contacto del Rosario.
4.    El Rosario del joven: Sin respeto humano lo lleva y lo guarda con cariño: es su pureza que quiere llevar intacta hasta el altar el día de sus bodas.
5.    El Rosario de la madre de familia: Al atardecer, tal vez cansada, encuentra en su fe y en su amor, la fuerza necesaria para rezarlo: por los suyos, sobre todo por aquél más expuesto…
6.    El Rosario del padre de familia: En los breves momentos que le deja libre su trabajo profesional, a los pies del Tabernáculo, reunido con los suyos, tiene su coloquio con la Madre Virgen.
7.    El Rosario de los ancianos: Con sus manos arrugadas van pasando las cuentas de aquel Rosario gastadas por el uso. Es la ancianita que en el fondo de la iglesia pasa las horas con el Rosario.
8.    El Rosario del moribundo: En su hora suprema, entrelazado en sus manos amoratadas, le sirve de apoyo, junto con el crucifijo, contra los últimos asaltos del enemigo.
9.    El Rosario, en fin, de toda la familia: Cuyo recuerdo les une en una frecuente oración, y que consagra y santifica la unión de la familia bajo la protección materna de la Reina Inmaculada del Santísimo Rosario.

Esta vida es de guerra y tentaciones continuas. No tenemos que combatir a enemigos de carne y sangre, pero sí a las potencias mismas del infierno. ¿Qué mejor arma podemos tomar para combatirlos que la oración?… Pertrechados pues, con estas armas de Dios, con el Santo Rosario, quebrantarán la cabeza del demonio y vivirán tranquilos contra todas las tentaciones.

Con el Rosario el mundo se salvará, la Reina de la Familia nos llama a rezarlo.

Por: Germán Mazuelo-Leytón / www.adelantelafe.com

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