No tengas miedo a preguntártelo. Has de ser tú
quien la descubra
Vocación tienes, como la
tenemos todos ¿pero cuál? No soy yo quien te lo pueda decir; has de ser tú
quien la descubra.
Lo primero que has de
hacer es tomarte en serio tu fe cristiana. Crees en Jesús. ¿De verdad que
hablas con Él y lo escuchas? Déjate estar de si te gusta o no, ser cura o monja
o el matrimonio; no es cuestión de gustos, sino de respuestas a los deseos de
Jesús sobre ti. Ahí está el punto clave.
¿Quieres que te diga
algo personal que me sucedió en mi proceso vocacional? A mí me gustaban las
chicas en mi juventud como a todos los jóvenes; estar en el seminario e
intentar responder a la llamada del Señor, no te anula el sentir atracción por
las jóvenes. Por eso, entre dos cosas que te pueden atraer, el matrimonio o la
consagración a Dios, hay que elegir lo que Dios quiere para cada uno.
Por eso, cuando a mis 18
años tuve una enfermedad muy grave y el médico le dijo a mi madre que habría de
dejar el seminario porque no podría seguir los estudios, me alegré
interiormente porque así podría casarme.
Unos meses después, el médico me dijo
que si quería continuar en el seminario, ya podría matricularme porque mi
enfermedad seguía un curso muy favorable. Y aunque mis padres me decían que
eligiese, y si optaba por dejar el seminario, podría estudiar cualquier otra
carrera, jamás pasó por mi mente decirle a Jesús que me volvía atrás. Jamás. Me
sentía llamado por Jesús y no lo dejaba por nada del mundo.
Te hablo con toda
sinceridad. Mira, la felicidad no la da nada en el mundo; solamente, el amor.
¿Tú sabes lo que es sentir sobre ti todo el amor de Jesús y volcar sobre Él
todo el tuyo? ¿Has experimentado oírle decirte a ti y con frecuencia: Gracias?
¿Y has experimentado también de que estando trabajando por Él y para Él, tener
por dentro la satisfacción y el gozo de sentir sobre ti la mirada complaciente
de Jesús?
Y te vuelvo a preguntar
¿tienes vocación? No para hacer lo que te gusta sino para ser lo que Jesús
quiere que seas y hacer lo que a Él le gusta que hagas. Por ahí va el sentido
de la vocación.
Próximamente te hablaré
de las distintas vocaciones; entre ellas, también de la vocación al matrimonio
que, claro que lo es, aunque también como en las otras vocaciones cristianas
está la rectitud de intención. Al matrimonio se puede ir por distintos motivos,
como también al sacerdocio o a la consagración. Si uno va al matrimonio porque
ella es muy guapa o muy rica, o porque él es muy inteligente o muy simpático,
me da la impresión de que eso no es tener vocación al matrimonio cristiano.
Si, por el contrario,
quieres amar al esposo o a la esposa como Cristo ama a su Iglesia y vas
buscando tu media naranja en alguien que viva su fe con seriedad y pensando en
crear y formar una familia cristiana, dispuestos ambos a que vuestro futuro
hogar sea un hogar semejante al de Nazaret, podríamos hablar de la vocación al
matrimonio como vocación cristiana al estilo de las vocaciones consagradas.
Como conclusión te
recomiendo que escuches a Jesús en tu oración y pienses en lo que quiere de ti.
Te recuerdo que, aparte de tu rectitud de intención, es signo de vocación tener
cierta inclinación y, desde luego, también disponibilidad.
Observa con atención
cómo responde tu alma antes los signos de los tiempos: ante la miseria, ante la
pérdida de valores de la sociedad, ante la desintegración familiar, ante la
guerra... ¿a qué te mueve? Dios te habla desde tu interior, ¡¡escúchalo!!
Por: José Gea Escolano | Fuente: Religión en Libertad
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