Queridos amigos, al
confesarme me regalaron esta frase de San Juan María Vianney y hoy
quiero compartirlas con ustedes: “El hombre tiene un hermoso deber y
obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este
mundo.” La misión y el amar son un llamado de Dios, ya que Él es
amor y Jesús nos enseñó a orar con amor filial al Padre; aprovechemos ese plan
ilimitado para comunicarnos con la Santísima Trinidad.
El éxito de toda misión se base en ejecutarla con amor y oración, por eso en nuestra misión con la familia, amigos, vecinos, donde
podemos encontrar algún no católico o no
creyente, más se debe orar con amor, el amor lo puede todo y Dios no
quiere que nadie se pierda. Leer 1 Juan 4:7,21, Juan 13:34, 1 Corintios
13:4-7.
Hermanos en Cristo, puede ser que encontremos obstáculos e
inconvenientes en la familia, amistades
o parroquia, que quieran desanimarnos temporalmente en el caminar con
Jesús Verdad y Vida, sin embargo, al invocar con fe y absoluta confianza al
Espíritu Santo y la intercesión de María, Madre de todos los misioneros,
el fuego y esplendor de la Gloria de Dios viene pronto a socorrernos, dándonos
la fuerza para vivir fielmente la misión y vocación a la que fuimos
llamadas. Orar sin cesar, 1 Tesalonicenses 5, 16-18.
“Y bien, hermanos, ¿cuándo vamos a empezar a ser mejores?”, así
acostumbraba a saludar a sus amigos San Felipe Neri, frase que encontré
en un resumen de su historia y pensé: -tan apropiado este saludo para
todos los tiempos-, y la verdad que para ser luz y sal del
Evangelio, tenemos que vivir en un continuo proceso de conversión, lo cual nos
conlleva primero a reconocer en qué debemos mejorar, puesto que podemos ser
mejor que ayer y en el Plan Misión todos estamos llamados a dar
testimonio de esas ganas permanentes de estar en plan de conversión,
dóciles al Espíritu Santo.
Para ser mejor según San Francisco de Sales, primero se debe desear y perseverar en alcanzar la santidad; además, debemos
limpiarnos de todo lo que afea nuestra alma, como dice San Pablo en
Efesios 4, 22-24: “Ustedes despójense de la conducta pasada, de la vieja
humanidad que se corrompe con deseos falaces; renuévense en espíritu y
mentalidad; revístanse de la nueva humanidad, creada a imagen de Dios con
justicia y santidad auténticas” ¿Puedo decir en qué he cambiado desde la
última confesión?, ¿He agradecido a Dios por cada absolución recibida; he
orado por los sacerdotes a través de los cuales he recibido la absolución
de mis pecados y los consejos para cada día ser mejor en la misión de amar y
orar?
Por: Jaynes Hernández Natera, Coordinadora Apostolado María Madre nos reconcilia con Cristo
Por: Jaynes Hernández Natera, Coordinadora Apostolado María Madre nos reconcilia con Cristo
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