Cuando toda la
Iglesia se estaba preparando para la tan esperada fiesta del comienzo del tercer
milenio, el Papa Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial de la Vida
Consagrada, cuya primera celebración tuvo lugar en la fiesta de la Presentación
del Señor en el Templo del año 1997. Desde entonces seguimos viviendo con gozo
esta Jornada que toca las fibras más íntimas de nuestras vidas.
Tres eran los
fines principales que Juan Pablo II se proponía con la celebración de esta
Jornada. En primer lugar, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada quería
responder a la íntima necesidad de alabar más solemnemente al Señor y darle
gracias por el gran don de la vida consagrada.
En segundo
lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover en todo el Pueblo de Dios el
conocimiento y la estima de la vida consagrada. En este sentido, comentaba
entonces Juan Pablo II, la vida consagrada está al servicio de la consagración
bautismal de todos los fieles. Al contemplar el don de la vida consagrada, la
Iglesia contempla su íntima vocación de pertenecer solo a su Señor.
El tercer motivo
se refiere directamente a las personas consagradas. En esta celebración todas
las personas consagradas son invitadas a celebrar juntas y solemnemente las
maravillas que el Señor ha realizado en ellas. De este modo podrán testimoniar
con alegría a los hombres y mujeres de cada tiempo que el Señor es el Amor
capaz de colmar el corazón de la persona humana.
La Jornada de la
Vida Consagrada se celebra cada año en la fiesta en que se hace memoria de la
presentación que María y José hicieron de Jesús en el
templo. Esta escena evangélica revela el misterio de Jesús, el consagrado del
Padre, que ha venido al mundo para hacer su voluntad. La Presentación de Jesús
en el templo constituye así un icono elocuente de la donación total de la
propia vida por quienes han sido llamados a reproducir en la Iglesia y en el
mundo, mediante los consejos evangélicos, los rasgos de Jesús virgen, pobre y
obediente. ( Cfr. Vita Consecrata, n.1)
A la
presentación de Cristo se asocia María que, como Virgen Madre que lleva al
Templo al Hijo para ofrecerlo al Padre, expresa muy bien la figura de la
Iglesia que continúa ofreciendo sus hijos e hijas al Padre amoroso,
asociándolos a la única oblación de Cristo, causa y modelo de toda consagración
en la Iglesia.
La Iglesia nos
convoca este año de 2019 para la celebración de la Jornada de la Vida
Consagrada bajo el lema "Padre nuestro. La vida consagrada presencia del
amor de Dios".
La Conferencia
Episcopal nos invita a vivir la Jornada de este año como un acto de especial
agradecimiento al "Padre nuestro" y a todo consagrado y consagrada,
que con su vida es presencia del Amor de Dios.
En una de las
catequesis sobre la santa misa, el Papa Francisco dedicó unas palabras muy
hermosas al Padre Nuestro. En ellas nos decía que cuando nosotros rezamos el
Padre nuestro, rezamos como rezaba Jesús. E insistía en decirnos que el Padre
nuestro es la oración que hizo Jesús y nos la enseñó a nosotros. Y nos pidió
que más allá de la misa, rezásemos el Padre nuestro por la mañana y por la
noche, en los Laudes y en las Vísperas, de tal modo que el comportamiento
filial hacia Dios y de fraternidad con el prójimo contribuyan a dar forma
cristiana a nuestros días. ( Cfr. Papa Francisco, Audiencia General. Miércoles,
14 de marzo de 2018).
Este es el
mensaje que la Iglesia nos hace llegar a los consagrados para la celebración de
esta Jornada de la Vida Consagrada de 2019: Cada consagrado, con su vida y
testimonio, nos anuncia que Dios es Padre. Su hijo Jesús nos enseñó una
oración, el Padre nuestro, que expresa la relación que Dios tiene con cada uno
de nosotros, sus hijos y sus consagrados.
Os invito a
todas las personas consagradas de nuestra Diócesis de Tui-Vigo a que vivamos intensamente
unidos esta Jornada de la Vida Consagrada, sintiéndonos cada vez más familia
diocesana en el amor de un Dios lleno de misericordia.
Con esta ocasión
quiero agradecer profundamente al P. Alfredo García, CMF, su entrega y su
misión entre nosotros como Delegado Diocesano de la Vida Consagrada,
especialmente su llamada permanente a una necesaria participación de todos en
la renovación pastoral de nuestra Diócesis.
Con todo mi
cariño y gratitud.
*Obispo de
Tui-Vigo
Fuente: www.farodevigo.es
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