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Reencontrándonos con el hermano, nos encontramos con Dios


"Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar y te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda."  San Mateo 5:23-24.
Amigos y hermanos en Cristo, los ángeles de Dios salen a nuestro encuentro (Gen 32,1),  y nos guardarán en todos nuestros caminos (Salmo 91), para acompañarnos a reencontrarnos con el familiar o amigo con quien nos hemos resentido o  hayamos sido causa de su enojo o tristeza,  en obediencia a lo que nos dice Jesús, que dejemos la ofrenda y hagamos las paces con nuestros hermanos.  Demos el primer paso,  para volvernos a encontrar con esa persona y mirar juntos  la sonrisa de Dios entre nosotros y en los demás; nunca es tarde, cada  reconciliación es un nuevo amanecer,  reconocer un olvido o aclarar una confusión, para así contemplar juntos la belleza del ocaso cuando la verdad rompe las cadenas,  el perdón abraza y sana, y la humildad reconoce el error trayendo paz al corazón.
Recibimos una nueva enseñanza y crecemos espiritualmente, cuando actuamos así:
1.  Descubrir o reconocer la causa de un enojo o resentimiento,  es importante que volvamos a recordar y colocarnos en los zapatos de la persona  con quien hemos de reconciliarnos; leamos en Génesis desde el capítulo 25 hasta el 28, para meditar y analizar la causa de enojo entre los dos hermanos: obediencia a  la madre, engaño al padre, traición al hermano, desprecio de la progenitura del hijo mayor,  cumplimiento de una promesa de Dios a su madre, resentimiento,  aislamiento, etc.
2.  Orar y obedecer, Esaú en el  capítulo 28, obedece  para agradar a sus padres, tomando nueva esposa no cananea y Jacob  también obedece a sus padres y reconoce la protección de Dios y se compromete con Él,  nosotros de igual manera debemos escuchar y actuar según la voluntad de Dios.
3.  Pedir perdón, disculpas,  reconocer en el otro que es  sangre de mi sangre, que también es hijo de Dios,  orar antes y bendecir a esa persona que está enojada conmigo y con  humildad y sinceridad confiar que me recibirá  de buena manera, ya que Dios se encarga de todo cuando oramos, e igual  también perdonar al que viene a pedir perdón, recibiéndolo en el nombre de Dios.  Leamos Génesis,  capítulo  31 al  33.

Eres necesario como instrumento para el reencuentro entre tus conocidos, para que tengan un pleno encuentro con Dios, lee y aprende Santiago 5, 20. Jacob y Esaú, ambos habían prosperado,  tenían mucho por agradecer a Dios, pero les faltaba paz con su hermano.


Por: Jaynes Hernández Natera,  Coordinadora Apostolado María Madre nos reconcilia con Cristo

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