"Os
halláis en la aridez, pues glorificad la gracia de Dios, sin la cual
nada podéis; abrid entonces vuestra alma al cielo, bien así como la flor
abre su cáliz a la salida del sol para recibir el rocío bienhechor.
Os halláis en la más completa impotencia, el espíritu entre
tinieblas, el corazón bajo el peso de su frivolidad, el cuerpo
atormentado por el dolor; haced entonces la adoración del pobre; salid
de vuestra pobreza e id a habitar junto al Señor, o bien ofrecedle
vuestra pobreza para que Él la trueque en riqueza: esto es una gran obra
digna de su gloria".
San Pedro Julián Eymard
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