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SERMÓN SOBRE LA VIRGEN MARÍA. Palabras de San Juan Bosco dirigida a los jóvenes.
María ama a la juventud,
y por lo tanto ama y bendice mucho a quienes se dedican a hacer bien a los
jóvenes.
Porque Ella es Madre, y
las madres se preocupan más por los hijos más pequeños que por los adultos,
porque los pequeños son más inocentes; porque los jóvenes están en mayor
peligro de ser engañados y ser llevados hacia los vicios.
Además los jovencitos le
representan más a lo vivo a Jesús que pasó su infancia y juventud bajo sus ojos
maternales.
Sabiendo pues que la
Madre de Dios os ama tanto, escuchad con atención lo que os voy a decir: Si
queremos gracias y favores recurramos a María, recemos a María; pero para que
Ella interceda por nosotros es necesario demostrarle nuestra verdadera devoción
en tres cosas: Primera evitar a toda el pecado y procura mantenerlo alejado
siempre de nosotros. Nada hay que nos pueda hacer más daño y que disguste más a
Nuestra Señora y a su Santísimo Hijo, que el pecado. Una vez había un joven que
ofrecía a la Virgen oraciones, obras buenas y limosnas, y una noche vio en un
sueño que la Virgen Santísima se le aparecía y le presentaba una bandeja con
las más bellas y atrayentes frutas: manzanas, uvas, peras, etc.; pero todas
cubiertas con el sucio trapo con el que se había limpiado las llagas un
enfermo. La Virgen decía: “recibe estas frutas y come”. Pero el joven le
contestó: “Señora las frutas son muy hermosas, pero el trapo con que están
cubiertas es tan asqueroso, que no me atrevo a recibir estas frutas porque me
vomitaría”. Entonces la Reina del Cielo le respondió: “Así son las ofrendas y
oraciones que tú me ofreces: muy bellas y atrayentes, pero vienen todas
cubiertas con un trapo horrible: esos pecados que sigues cometiendo y que no
quieres dejar de cometer”. Al día siguiente el joven se despertó muy preocupado
por este sueño, pero desde ese mismo día dejó las ocasiones de pecar y abandonó
definitivamente esos pecados que tan antipática hacían su vida ante Nuestro
Señor.
La segunda condición para
que nuestra devoción a la Virgen sea verdadera es imitarla en sus virtudes,
especialmente en su gran caridad y en su gran pureza. Una devoción a María que
no consiga un mejoramiento en nuestra vida no es verdadera devoción. Si rezamos
a la Virgen y seguimos en nuestros pecados como antes, puede ser que nuestra
devoción sea falsa. El verdadero devoto de Nuestra Señora la imita a Ella en su
amor al prójimo. María, dice la Biblia, “fue corriendo a ayudar a Isabel”, fue
corriendo porque los favores hay que hacerlos pronto sin hacerse de rogar. Las
personas más devotas de María son siempre las que tratan con más caridad y
generosidad a los demás.
Y hay una tercera
condición para que nuestra devoción a la Reina Celestial sea verdadera:
demostrarle con acciones externas, pequeñas pero frecuentes, el gran amor que
le tenemos. Por ejemplo: llevar siempre su medalla y besar esa imagen de la
Virgen al levantarse o al acostarse. Tener su estampa en el pupitre o mesa de
trabajo para acordarse de Ella e invocarla. Colocar un bello cuadro de la Madre
de Dios en nuestra habitación, adornar las imágenes de la Virgen en el mes de
mayo. Ofrecer por Ella alguna pequeña mortificación o alguna buena obra o una
pequeña limosna los sábados o las fiestas marianas. Narrar a otros los favores
que María Auxiliadora ha hecho a sus devotos. La genuina devoción a la Virgen
es prendediza, es contagiosa. Los que la aman le prenden a otros esta devoción.
Repartir estampas o imágenes de Nuestra Señora, etc. Ella nos dice: “Si tú
haces algo por mí: yo haré mucho por ti”.
Recordad siempre: en toda
ocasión, en toda angustia, en toda necesidad hay que recurrir a María. Ella
puede lo mismo que puede Dios, aunque lo puede de distinta manera. Dios cuando
quiere algo lo hace. Y María cuando quiere algo le pide a su Hijo que es Dios,
y Jesucristo que es el mejor Hijo del mundo, y que en el cielo sigue teniendo
las mismas cualidades de buen hijo que tenía en la tierra, nada le niega a su
Amadísima Madre. Por eso recurrir a María es señal segura de obtener (si es
realmente para nuestro bien) todo lo que necesitamos.
Estad seguros que todas
las gracias que pidáis a esta Buena Madre os serán concedidas. Pero hay tres
gracias que os recomiendo pedirle a Ella todos los días, sin cansaros nunca de
pedirle porque son importantísimas para vuestra salvación: 1ra. Evitar siempre
el pecado mortal y conservar la gracia de Dios. 2da. Huir siempre de toda
amistad dañosa para el alma. 3ra. Conservar siempre la bella virtud de la
castidad. Para obtener estas tres gracias yo he recomendado muchas veces una
novena... Demostradle también vuestro amor llevando una vida santa, una
conducta excelente.
Y termino con un consejo
que es un secreto para obtener éxitos: Cuando necesitéis alguna gracia decid
muchas veces: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. Decidlo cuando vais por
la calle, cuando subís las escaleras o estáis en el patio. Decidlo en la clase,
en el dormitorio, por la mañana, por la noche, siempre. Cuando os vengan a
visitar, o cuando escribáis a vuestros familiares decidles: “Don Bosco os
asegura que si necesitáis alguna gracia digáis muchas veces “María Auxiliadora,
rogad por nosotros” y que seréis escuchados”. Y que si alguno dice muchas veces
por fe esta oración y la Virgen Poderosa no lo ayuda, me comuniquen a mí esta
noticia, y yo inmediatamente escribiré a San Bernardo en el cielo reclamándole
que él cometió un grandísimo error cuando nos enseñó aquella oración que dice:
“Acuérdate Oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno te haya invocado,
sin tu auxilio recibir…” Sí, le escribiré una carta muy fuerte a ese Santo
pidiéndole explicaciones. Pero estad seguros de que no necesitaré escribir esta
carta. Bromas aparte, grabad en vuestra memoria esta bella oración: “María
Auxiliadora, rogad por nosotros”. Para repetirla en todas las tentaciones, en
todos los peligros, en toda necesidad y siempre. Mirad hace cuarenta años que
vengo repitiendo a la gente que invoque a la Madre de Dios y que Ella los
ayudará y les digo que si alguno reza a la Virgen y Ella no lo ayuda venga y me
avise.
Pero hasta ahora ni uno
solo ha venido a decirme que perdió su tiempo rezándole a Nuestra Señora. El
mismo demonio ha tenido que retirarse, y ha fracasado cuando las personas
empiezan a ser devotas de la Madre Celestial y ha llegado a no poder hacerles
cometer pecado mortal.
Así como los latidos del
corazón son señal de la vida, así el invocar frecuentemente a María Santísima
es señal segura de salvación.
Fuente: www.catolicidad.com
La fuerza del Paráclito
"Sólo
sé una única cosa: que según sea nuestra necesidad, así será nuestra fuerza.
Estoy seguro de una cosa, que cuanto más se enfurezca el enemigo contra
nosotros, mucho más intercederán los santos en el cielo por nosotros; cuanto
más terribles sean nuestras pruebas por parte del mundo, más presentes nos
serán nuestra Madre María, nuestros buenos Patrones y Ángeles de la Guarda;
cuanto más malévolas sean las estratagemas de los hombres contra nosotros, un
grito de súplica más fuerte se elevará desde el seno de la Iglesia entera hacia
Dios por nosotros. No nos quedaremos huérfanos, tendremos dentro de nosotros la
fuerza del Paráclito, prometida a la Iglesia y a cada uno de sus
miembros".
John
Henry cardinal Newman
7 motivos por los que Sor Lucía de Fátima rezó el Rosario a diario
Sor Lucía Dos Santos, una de los
tres videntes de Fátima, explicó varias razones por las que un fiel
debería rezar el
Rosario todos los días.
Sus reflexiones fueron publicadas en 2002 en el
libro “Llamadas del
Mensaje de Fátima”. Allí Sor Lucía recordó que la Madre de Dios
invitó a rezar el Rosario desde su primera aparición en Fátima (Portugal), el
13 de mayo de 1917.
“Reza el Rosario todos los días, para obtener la
paz para el mundo y el final de la guerra”, alentó la Virgen en su mensaje
inicial.
Aquí siete razones de Sor Lucía para rezar el
Rosario todos los días, compartidas por el National
Catholic Register.
1. Se adapta a las posibilidades de cada uno
Sor Lucía dice que Dios es un Padre que “se adapta
a las necesidades y posibilidades de sus hijos”, porque “si Dios, por medio de
Nuestra Señora, nos hubiera pedido que fuéramos a la Misa y recibiéramos la
Sagrada Comunión todos los días, sin duda habrían muchísimas personas que
dijeran, con toda razón, que eso no era posible”.
La Sierva de Dios precisó que “rezar el Rosario es
algo que todos pueden hacer, ricos y pobres, sabios e ignorantes, grandes y
pequeños”, en cualquier lugar, en común o en privado y en diferentes momentos.
2. Nos pone en contacto familiar con Dios
Sor Lucía indica que esta oración sirve “para
ponernos en contacto con Dios, agradecerle por sus beneficios y pedir las
gracias que necesitamos”.
“Es la oración que nos pone en contacto familiar
con Dios, como el hijo que acude a su padre para agradecerle por los regalos
que ha recibido, para hablar con él sobre preocupaciones especiales, para
recibir su guía, su ayuda, su apoyo y su bendición”, añadió.
3. Es la oración más agradable para recitar después
de la Misa
Sor Lucía afirma que después de la Santa Misa,
rezar el Rosario –teniendo en cuenta su origen, las oraciones que contiene y
los misterios que se meditan–, “es la oración más agradable que podemos ofrecer
a Dios y la más ventajosa para nuestras propias almas”.
“Si ese no fuera el caso, Nuestra Señora no lo
habría pedido con tanta insistencia”, sostuvo.
4. Ayuda a cumplir nuestros ofrecimientos diarios
Sor Lucía responde cualquier inquietud sobre el
número de oraciones en el Rosario, aclarando que “necesitamos contar, para
tener una idea clara y vívida de lo que estamos haciendo, y para saber
positivamente si hemos completado o no lo que habíamos planeado ofrecer a Dios
cada día, para preservar y mejorar nuestra relación de intimidad con Dios y,
por este medio, preservar y mejorar en nosotros mismos nuestra fe, esperanza y
caridad”.
5. Es un modo de preparación a la Eucaristía
En su libro, la vidente de Fátima asegura que se
puede considerar el rezo del Rosario como “una forma de prepararse para
participar mejor en la Eucaristía, o como acción de gracias” después de haber
recibido el Cuerpo de Cristo.
Agrega que, si bien se pueden usar muchas oraciones
excelentes para prepararse para recibir a Jesús en la Eucaristía y preservar
nuestra relación íntima con Dios, no cree que haya “una más apropiada para la
gente en general que la oración de los cinco o quince misterios del Rosario”.
6. Preserva las virtudes teologales
“Dios y Nuestra Señora saben mejor que nadie lo que
es más apropiado para nosotros y lo que más necesitamos. Además, el Rosario
será un medio poderoso para ayudarnos a preservar nuestra fe, nuestra esperanza
y nuestra caridad”, sostiene Sor Lucía.
7. Evita caer en el materialismo
La hermana Lucía va directamente al grano y asegura
que “aquellos que dejan de decir el Rosario y no van a la Misa diaria, no
tienen nada que los sustente, y terminan por perderse en el materialismo de la
vida terrenal”.
Fuente: www.aciprensa.com
Día de las Madres
Algo muy encantador deberás haber tenido para que Dios te haya concedido semejante privilegio.
Este
es un gran día en el que contemplamos un misterio, el de una mujer
frágil, pequeña y pobre, que eres tú, que es toda mujer a la que se le
ha dado el participar como protagonista en la obra de la creación de un
nuevo ser, imagen y reflejo del mismo Dios. ¿Quién te ha
constituido madre? ¿De qué privilegio gozas que has sido hecha
singularísima cooperadora de la vida humana? ¿Qué dignísima nobleza
oculta tu cuerpo y tu alma, que toda tu persona se ha transformado en un
abrazo cálido a la vida desde el primer instante de su aparición? ¿Qué
habrá visto Dios en ti, para que te haya dado esa gracia de ser mamá? Algo muy encantador deberás haber tenido para que Dios te haya concedido semejante privilegio.
Algo muy noble y puro debe esconderse en las entrañas de tu ser, para
que el Señor haya tenido el “atrevimiento” de confiarte esta misión de
cocrear con Él.
¡No sé dónde está el inicio de este misterio incomprensible! Pensaré tal vez que, porque eres tan tierna y delicada, Dios te concedió el ser madre; que porque tu corazón rebosa pureza y amor, por eso puedes ser revestida de ese título glorioso; que porque eres todo paciencia, dulzura y perdón, has sido escogida para anidar a un nuevo ser en tus entrañas; que porque no se halló una capacidad de abnegación y sufrimiento como la tuya en ninguna parte, por eso te asoció el Dios Creador a su obra, porque eso eres, socia de Dios en la creación de tu hijo. En efecto, de qué otra manera se explica este misterio. Porque eres virtuosa, noble, prudente, fiel, detallista, porque sabes donarte sin límites, sin medida, sin esperar nada a cambio, con generoso silencio, con purísimo amor, por eso dijo Dios: ¡ésta es la que yo estaba necesitando!, ¡ésta es la escogida!, ¡sólo ésta puede ser madre!
¿O acaso será de otra manera? ¿O no es verdad que todo hijo tiene derecho a ser recibido en este mundo en un recinto sagrado lleno de ilimitado amor y ese recinto eres tú? ¿No es cierto, que aquél que Dios quiso que existiera necesita el alimento de un corazón así de grande y de maravilloso, y no menos? El Amor con A mayúscula, no se equivoca. Él sabe a quién escoge para llevar adelante su plan. Su gracia para tarea tan inmensa está garantizada. A ti te corresponde meditar como María Santísima, dentro de tu corazón, las cosas grandes que Él ha hecho en ti cuando te hizo madre y corresponder con la donación plena y perfecta.
Que eres madre, es un hecho, es una realidad. Que ser madre es un don maravilloso, inmerecido, extraordinario, es también una verdad indiscutible. Entonces la conclusión es que ser madre te obliga. Dios ha querido hacerse íntimo de ti, mujer, por medio del hijo que llevaste en tus entrañas y eso exige de ti una respuesta. Ya no puedes echarte para atrás, el don se ha derramado sobre ti de una manera absoluta, total, avasalladora.
No puedes cerrar los ojos, no puedes hacerte la loca quitándole importancia a lo sagrado de tu maternidad, no puedes desentenderte de la responsabilidad que implica ser madre, no puedes hacer trivial lo que es santo, no puedes, no debes ser indiferente frente a todo esto. Por eso, todos los días, una buena madre, sorprendida y confundida por tan gran regalo, debería entregarse a la labor de purificar su corazón, de limpiar su mente, de renovarse por dentro para hacerse digna del don que, por anticipado, Dios ya le entregó.
¡No sé dónde está el inicio de este misterio incomprensible! Pensaré tal vez que, porque eres tan tierna y delicada, Dios te concedió el ser madre; que porque tu corazón rebosa pureza y amor, por eso puedes ser revestida de ese título glorioso; que porque eres todo paciencia, dulzura y perdón, has sido escogida para anidar a un nuevo ser en tus entrañas; que porque no se halló una capacidad de abnegación y sufrimiento como la tuya en ninguna parte, por eso te asoció el Dios Creador a su obra, porque eso eres, socia de Dios en la creación de tu hijo. En efecto, de qué otra manera se explica este misterio. Porque eres virtuosa, noble, prudente, fiel, detallista, porque sabes donarte sin límites, sin medida, sin esperar nada a cambio, con generoso silencio, con purísimo amor, por eso dijo Dios: ¡ésta es la que yo estaba necesitando!, ¡ésta es la escogida!, ¡sólo ésta puede ser madre!
¿O acaso será de otra manera? ¿O no es verdad que todo hijo tiene derecho a ser recibido en este mundo en un recinto sagrado lleno de ilimitado amor y ese recinto eres tú? ¿No es cierto, que aquél que Dios quiso que existiera necesita el alimento de un corazón así de grande y de maravilloso, y no menos? El Amor con A mayúscula, no se equivoca. Él sabe a quién escoge para llevar adelante su plan. Su gracia para tarea tan inmensa está garantizada. A ti te corresponde meditar como María Santísima, dentro de tu corazón, las cosas grandes que Él ha hecho en ti cuando te hizo madre y corresponder con la donación plena y perfecta.
Que eres madre, es un hecho, es una realidad. Que ser madre es un don maravilloso, inmerecido, extraordinario, es también una verdad indiscutible. Entonces la conclusión es que ser madre te obliga. Dios ha querido hacerse íntimo de ti, mujer, por medio del hijo que llevaste en tus entrañas y eso exige de ti una respuesta. Ya no puedes echarte para atrás, el don se ha derramado sobre ti de una manera absoluta, total, avasalladora.
No puedes cerrar los ojos, no puedes hacerte la loca quitándole importancia a lo sagrado de tu maternidad, no puedes desentenderte de la responsabilidad que implica ser madre, no puedes hacer trivial lo que es santo, no puedes, no debes ser indiferente frente a todo esto. Por eso, todos los días, una buena madre, sorprendida y confundida por tan gran regalo, debería entregarse a la labor de purificar su corazón, de limpiar su mente, de renovarse por dentro para hacerse digna del don que, por anticipado, Dios ya le entregó.
Una mujer que tomara conciencia
de lo que el Señor ha hecho con ella, al permitirle ser madre, debería
matar dentro de sí toda semilla de mal, de rencor, de crítica, de
calumnia, de malos pensamientos y deseos, de vanidad y de orgullo,
porque todo eso desdice de su vocación de madre, porque ser madre es dar
vida y todo eso trae la muerte no sólo para ella, sino también para su
propio hijo y para la sociedad entera, porque ser madre es acoger,
comprender y perdonar y esas malas semillas dentro del corazón separan,
rompen y condenan; porque hablar de una mamá es hablar de ternura, de
cariño que nada conviene con la palabra agria y desconsiderada que, con
demasiada frecuencia, sale de nuestra boca; y porque ser madre es tener
aguante, es no decaer, es soportar sin límites, lo cual está peleado a
muerte con un corazón que sólo se ocupa de sí mismo en mil vanidades. No
traiciones lo que ya eres. No ensucies la vocación que sin mérito
propio se te dio. No destruyas el tesoro hermoso de tu corazón maternal.
El mundo de hoy ha dado culto a la belleza del cuerpo y con eso nos ha querido seducir, pero lo que el mundo necesita son mujeres que destaquen por la hermosura de su alma. No es lo más importante el cuerpo que porta la nueva vida, sino el corazón que la embellece y la santifica. El cordón umbilical se cortó a la hora de dar a luz, pero continuó fortaleciéndose el “cordón cordial”, aquél de trascendental importancia, que ha seguido alimentando el corazón del hijo y que jamás podrá nadie rasgar. Mujer sé lo que tienes que ser. No dejes que nada ni nadie te engañe con sofismas que te alejen de tu grandísima dignidad de madre.
Que María Santísima, la Madre del Amor Hermoso, la Madre purísima, te acompañe siempre en esta santa misión de ser madre y te alcance del fruto de sus entrañas, de su Hijo amadísimo Jesús, la gracia de seguir siendo, hasta el día de tu muerte portadora de amor y de vida.
El mundo de hoy ha dado culto a la belleza del cuerpo y con eso nos ha querido seducir, pero lo que el mundo necesita son mujeres que destaquen por la hermosura de su alma. No es lo más importante el cuerpo que porta la nueva vida, sino el corazón que la embellece y la santifica. El cordón umbilical se cortó a la hora de dar a luz, pero continuó fortaleciéndose el “cordón cordial”, aquél de trascendental importancia, que ha seguido alimentando el corazón del hijo y que jamás podrá nadie rasgar. Mujer sé lo que tienes que ser. No dejes que nada ni nadie te engañe con sofismas que te alejen de tu grandísima dignidad de madre.
Que María Santísima, la Madre del Amor Hermoso, la Madre purísima, te acompañe siempre en esta santa misión de ser madre y te alcance del fruto de sus entrañas, de su Hijo amadísimo Jesús, la gracia de seguir siendo, hasta el día de tu muerte portadora de amor y de vida.
Por: Jorge Enrique Mújica y Pedro Castañera | Fuente: Catholic.net
En muchos países se conmemora a “la Cruz de mayo”
El 3 de mayo, en muchos países del mundo se conmemora “la Cruz de mayo”.
Esta tradición popular tiene sus orígenes desde muy antiguo en
Jerusalén y se sigue festejando en varios pueblos de habla hispana.
La también llamada “Fiesta de las cruces” se celebra en ciudades de
España, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú,
Trinidad y Tobago, Argentina, Colombia y Venezuela. En muchos de estos
lugares adornan las cruces con coloridas flores, se realizan
procesiones, bailes o se venera el madero en los cerros o lugares
visibles para toda la población.
Se dice que por el siglo IV el pagano Constantino tenía que enfrentar
una terrible batalla contra el perseguidor Majencio. La noche anterior
al suceso tuvo un sueño en la que vio una cruz luminosa en los aires y
escuchó una voz que le dijo: "Con este signo vencerás".
Al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los
batallones y exclamó: "Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena".
La victoria fue total, Constantino llegó a ser emperador y dio libertad a
los cristianos.
Santa Elena, madre del emperador, pidió permiso a su hijo y fue a
Jerusalén a buscar la Santa Cruz en la que Cristo murió. Después de
muchas excavaciones encontró tres cruces y no sabían cómo distinguir
cuál era del Señor.
Es así que llevaron a una mujer agonizante, quien al tocar la primera
cruz se agravó más con su enfermedad. En la segunda cruz, la enferma se
mantuvo igual, pero al tocar el tercer madero, recuperó la salud.
Santa Elena, junto al Obispo y los fieles, llevaron esta cruz en
procesión por las calles de Jerusalén. En el camino había una mujer
viuda que llevaba a enterrar a su hijo, por lo que acercaron la Cruz al
fallecido y éste resucitó.
Por varios siglos se ha celebrado en Jerusalén y muchos pueblos del
mundo el 3 de mayo como la fiesta de la invención o hallazgo de la Santa
Cruz. En toda la Iglesia Católica la celebración litúrgica de la
Exaltación de la Santa Cruz se festeja el 14 de septiembre.
Fuente: www.aciprensa.com
¿Por qué mayo es el Mes de María?
Debemos darle un lugar especial a María porque es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros.
Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado todo el mes de mayo para honrar a la Virgen María, la Madre de Dios. Aquí te explicamos por qué.
La costumbre nació en la antigua Grecia. El mes mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación. En aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de abril y pedían su intercesión.
En la época medieval abundaron costumbres similares, todo centrado en la llegada del buen tiempo y el alejamiento del invierno. El 1 de mayo era considerado como el apogeo de la primavera.
Durante este período, antes del siglo XII (doce), entró en vigor la tradición de Tricesimum o "La devoción de treinta días a María". Estas celebraciones se llevaban a cabo del 15 de agosto al 14 de septiembre y todavía puede observarse en algunas áreas.
La idea de un mes dedicado específicamente a María se remonta a los tiempos barrocos - siglo XVII (diecisiete)-. A pesar de que no siempre se llevó a cabo en mayo, el mes de María incluía treinta ejercicios espirituales diarios en honor a la Madre de Dios.
Fue en esta época que el mes de mayo y de María se combinaron, haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales organizadas cada día durante todo el mes. Esta costumbre se extendió sobre todo durante el siglo XIX (diecinueve) y se practica hasta hoy.
Las formas en que María es honrada en mayo son tan variadas como las personas que la honran.
Es común que las parroquias tengan en mayo un rezo diario del Rosario y muchas erijan un altar especial con una estatua o imagen de María. Además, se trata de una larga tradición el coronar.
Por: Marge Fenelon | Fuente: National Catholic Register // ACI Prensa
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