5 maneras de incluirlo en tu vida
El ayuno da a luz a
los profetas y fortalece a los poderosos; ayunar hace que los legisladores sean
sabios. El ayuno es una buena salvaguarda para el alma, una firme compañía para
el cuerpo, un arma para el valiente, un gimnasio para los atletas.
El ayuno repele las tentaciones, unge a la piedad; es la camarada de la
observación y el artífice de la castidad.
En las guerras
combate valientemente y en la paz nos enseña la quietud. San Basilio El Grande.
¿Estas luchando con
algún pecado? Me refiera que parece que hay un pecado del cual parece que no
puedes liberarte; un pecado que te tiene en constante estado de culpa y
desesperación. Has orado, has frecuentado los sacramentos, pero parece que no
puedes librarte de esas cadenas.
Todos hemos pasado
por eso en alguno y otro momento, y esas luchas son parte integral de la vida
espiritual. Pero no tiene por qué ser de esa manera. Hoy quiero
presentarte una muy poderosa, pero muy descuidada arma en el
arsenal espiritual: El Ayuno.
Si quieres llenar de
energía tu vida espiritual, si quieres derrotar un pecado que te ha mantenido
esclavizado, si quieres crecer en tu unión con Dios, toma la santa arma del
ayuno. Porque como lo dijo Jesús, hay algunos demonios que “no pueden ser
expulsados sino es con ayuno y oración”.
Examinemos esta
poderosa arma y su uso en la vida espiritual.
¿Cuál es el punto del ayuno?
Desde los primeros
tiempos, la Iglesia nos ha enseñado la necesidad del ascetismo en la vida de
cada cristiano. Así es- ascetismo no es solo para monjes y sacerdotes, pero
para laicos también. ¿Pero a que nos referimos con ascetismo?
Para cualquier
propósito, el ascetismo puede ser vagamente definido como el negarse a
sí mismo con el fin en mente del autocontrol. Y este negarse a sí mismo a
menudo toma la forma de, lo adivinaste, ayuno.
El ascetismo es
necesario para todos debido a nuestras pasiones, los deseos intensos de la
carne, los cuales a veces son llamados concupiscencia. La experiencia nos
enseña que muchas veces somos llevados por estos deseos en formas en las
que apenas logramos controlar. San Pablo nos dice que: “Porque el deseo de
la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues
éstos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que
deseen.” (Gal 5,17)
Esta guerra es tan
intensa que nuestras pasiones muchas veces nos llevan hacer cosas que no
queremos, y nos encontramos diciendo:“Y ni siquiera
entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco”
(Romanos 7,15)
Debemos tener en
mente que la pasión de la carne no es necesariamente mala, pero que debido
nuestra naturaleza caída, ellos están fuera de control y nos quieren
dominar. Eso sin considerar nuestras pasiones, que llevan nuestras almas a
un comportamiento destructivo como la glotonería, el odio, los desórdenes
sexuales, o adicciones de todo tipo.
Eventualmente su dominio nos llevará al
infierno.
Las pecaminosas
pasiones son un campo que se incrementa hacia la muerte nos explica San Pablo:
“Porque mientras
estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la Ley,
actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte”.
(Romanos 7,5)
Al enfrentarse a la
realidad de las pasiones, puede resultar muy fácil sentirse desmotivado y
pensar que nunca podremos sobrellevarlas. Nuestros ruegos dicen: “¡Miserable de mí!
¿Quién me librara de la muerte?” (Romanos 7,24)
Afortunadamente ese no
es el final de la historia, no somos sencillamente abandonados como esclavos
incapaces de la concupiscencia.
“Por tanto, ahora no
hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a
la carne sino conforme al Espíritu”. (Romanos 8,1)
A través de la gracia
de Dios y el caminar en la nueva vida comprada para nosotros por Jesucristo,
podemos sobreponernos y vencer a nuestras pasiones. Podemos vivir como hijos de
Dios, libres de la ley del pecado que nos lleva a la muerte.
Así que, hablando
prácticamente ¿cómo encuentro libertad? Nuevamente San Pablo nos explica: “Así que, hermanos,
somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne. Porque si
ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu
hacen morir las obras de la carne (del cuerpo), vivirán.” (Romanos 8,12-13)
“Pues los que son de
Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” (Gálatas
5,24)
“¿No saben que los
que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno
obtiene el premio? Corran de tal modo que ganen". (1 Corintios 9,24)
En otras palabras,
encontraremos libertad de nuestras pasiones a través de mortificarnos haciendo
que estas mueran, a través de la práctica de la gracia –empoderada de
ascetismo, específicamente, el ayuno. El ayunar nos ayuda a domar ese
potro salvaje y someterlo con una brida de auto control.
En su constitución
apostólica de la penitencia, Painitemini, el papa Pablo VI nos explica
claramente:
"El ejercicio de
la mortificación corporal-dejando de lejos cualquier forma de estoicismo- no
implica la condenación de la carne, que los hijos de Dios debemos asumir. Por
el contrario la mortificación apunta a la “liberación” del hombre, que a menudo
se encuentra asimismo, debido a la concupiscencia, casi encadenado por sus
propios sentidos. A través del “ayuno corporal” el hombre renueva sus fuerzas y
“heridas infringidas en la dignidad de nuestra naturaleza por la interposición
es curada por la medicina de esta sanadora abstinencia".
¿Cómo debemos ayunar?
Ahora que hemos
discutido el propósito del ayuno, veamos cómo podemos incluir nuestro ayuno en
nuestra vida diaria.
1.- Comienza con lo básico
El primer paso para
ayunar es obedecer la ley de la Iglesia: ayunar los Miércoles
de Ceniza y el Viernes Santo, abstenerse de carne los Viernes y observar el
ayuno de la Eucaristía (no comer o beber una hora antes de la comunión).
A pesar de que
abstenerse de la carne los viernes, es verdad de técnicamente esto no es
requerido en algunos países, pero algún tipo de penitencia basada en la
abstinencia de algún tipo de comida es requerida. Pero en lugar de tratar de
inventar algún tipo nuevo de penitencia, ¿porque no continuar con lo que los
Católicos han hecho ya por muchos años? Hay una buena razón para
abstenerse de carne los viernes.
Pero hombre, ayunar
dos días al año y abstenerse de comer carnes los Viernes de Cuaresma es algo
realmente fácil. En los “viejos tiempos”, el ayuno era requerido todos los días
de la Cuaresma. Incluso hubo un tiempo en el que el ayuno requería la
abstinencia de todos los productos lácteos.
Existían un sin
número de otros ayunos y días de abstinencia a lo largo del año litúrgico
también. Yo diría que la tenemos realmente más fácil que en cualquier otro
periodo de la historia de la Iglesia Católica. Así que comencemos con lo básico
y obedezcamos la ley de la Iglesia sin estarnos quejando y llorando por ello.
2.- Agrega algo mas
Como hombres
católicos, nunca deberíamos conformarnos con quedarnos con el mínimo.
Deberíamos buscar constantemente el alcanzar una conversión más profunda. San
Francisco de Sales nos da un buen consejo al respecto: "Si eres capaz
de ayunar, harías bien en observar algunos días más allá de los que nos ordena
la Iglesia, porque además del efecto que produce el ayuno de elevar
nuestra mente, someter a la carne, confirmar nuestras bondad y obtener las
recompensas del cielo, se trata también de controlar la avaricia, y de
mantener los apetitos sensuales y todo el cuerpo sujeto a la ley del Espíritu;
y a pesar de que lo que podamos hacer sea poco, el enemigo aun así se detiene
asombrado de aquellos que él sabe que pueden ayunar".
De acuerdo a esto,
una vez que has comenzado a seguir la ley de la Iglesia, construye en eso la
base que incluye ayunar en otras formas. Aquí hay algunas ideas:
· Evita una comida extra a la semana, como un desayuno o un
almuerzo. En adición a los viernes, los miércoles son días tradicionales de
ayuno, así que es un buen día para comenzar.
· Niégate a ti mismo el postre en días establecidos. De todas maneras,
muchos de nosotros ya comemos demasiada azúcar.
· Evita la sal en tu comida.
· Ayuna de sodas. ¡Son muy malas para ti!
· Evita la cerveza y otras bebidas alcohólicas
cuando salgas a comer.
· No comas entre comidas. Esto suena
fácil, pero inténtalo. Encontraras que es un tanto difícil ya que la mayoría de
nosotros picamos algo frecuentemente sin darnos ni si quiera cuenta.
· Incluye otras cosas además de comida. Por ejemplo,
ayuna de tecnología un día a la semana.
· Ayuna (una comida fuerte y dos
livianas) un día a la semana.
· Bebe solo agua.
Ahora, no tienes que
ayunar de todas estas cosas todo el tiempo. Lo mejor es seleccionar días
establecidos para ayunar, como los miércoles o los viernes que ya mencionábamos
antes. Hacer esto nos ayuda a mantener nuestro ayuno de manera consistente.
3.- Ayuna del pecado
Ayunar corporalmente
no sirve de nada a menos que este acompañado de ayuno espiritual del
pecado. San Basilio nos da la siguiente exhortación en lo que
se refiere al ayuno:
“Debemos ayunar de
manera aceptable y agradable al Señor. El verdadero ayuno es alejarnos de la
maldad, la templanza de la lengua, abstinencia del enojo, separación de los
deseos, las calumnias, las falsedades y las injurias. Privarnos de todo esto es
el verdadero ayuno.”
4.- La oración
El ayuno no se trata
únicamente de fuerza de voluntad. La gracia es absolutamente necesaria.
Mientras que el ayuno le da energía a la oración, la oración energiza
el ayuno. Ambas son débiles si no se acompañan de la otra.
Mientras ores por
controlar tus pasiones, ora constantemente por que la gracia de Dios fluya en
tu alma, ruega por las virtudes en las que necesites madurar, y pide por la
fuerza para librar la batalle espiritual.
5.- Cuídate del pecado
Con cualquier tipo de
auto-disciplina, penitencia, o ayuna viene la tentación del orgullo. Nos
enfrentamos con el peligro de creer que somos superiores que otros porque
ayunamos, o pensar que el ayuno es la meta como tal. Porque el ayuno nunca
es el fin, no nos hace perfectos o más espirituales que otras personas. En
lugar de eso, el ayuno es una ayuda, una herramienta de entrenamiento
de nuestro crecimiento hacia la perfección, que se basa en una pura,
donación de amor para Dios y nuestro prójimo.
“Mantente en guardia
cuando comiences a mortificar tu cuerpo con la abstinencia y el ayuno, te hace
imaginarte perfecto y santo; y la perfección no consiste en esta virtud. Es
solo una ayuda; una disposición; un medio a través del cual nos vamos
preparando, para el logro de la verdadera perfección" (San Jerónimo)
Conclusión
Si descuidamos el
ayuno, nuestra vida espiritual continuará siendo mediocre siempre. Estaremos
débiles en el combate de nuestras pasiones, sucumbiremos fácilmente a la
tentación y nunca podremos verdaderamente sobrellevar nuestro inherente egoísmo
y auto indulgencia.
Como hombres, nuestro
deseo debe ser fortalecernos y ser lo mejor que podamos ser.
Debemos tratar de entrenarnos para ser fuertes en la batalla espiritual, para
que podamos resistir las tentaciones del maligno. No hay mejor forma de
comenzar este entrenamiento espiritual que a través de la práctica del ayuno.
Por: Sam Guzman | Fuente: CatholicGentleman.net
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