María es la única que mantiene viva la llama
de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso de la Resurrección. Ella por ser madre, aunque conocía la
gran misión de su Hijo, sufrió hasta la médula de sus huesos la pasión de
Cristo; llena de esperanza y fe creyó que Él resucitaría y oraba animando
a los apóstoles a que confiaran, ya que no era el fin de la historia sino el
comienzo de la gran misión para la cual su hijo los había elegido: ser
apóstoles para extender el reino de Dios. ¿Reconoces que Dios te ha llamado a
cumplir una misión? ¿Cuál? Si la conoces ¿La vives con alegría?
María, madre del Resucitado, esposa del Espíritu Santo, madre en pentecostés
para todos los discípulos y apóstoles, a quienes acompañó mientras
recibían la unción del Espíritu Santo, hoy también ora, nos acompaña a rogar y a confiar en el
Espíritu Santo, para que nos ilumine y guie en nuestra misión en la familia y
en la Iglesia. La Madre del Resucitado se goza en ver las
promesas cumplidas, alaba a Dios por haberla escogida para su obra ¿Con
qué frecuencia das gracias a Dios, por haberte llamado a su misión y por el
acompañamiento de María?
En el Evangelio están escritas las apariciones
de Jesús Resucitado:
1. A María Magdalena, quien lloraba la muerte
de su Maestro
2. A Tomás, quien no creía
3. A los discípulos de Emaús, quienes tenían
el corazón cerrado
Además en Hechos de los Apóstoles, Saulo, quien perseguía a los cristianos, escuchó la voz de Jesús Resucitado. Todas esas
son experiencias transformadoras. No existe en la Biblia aparición a su mamá
porque Ella nunca dejó de creer, confiaba en la resurrección, aunque
probablemente si se le apareció, pero su testimonio no sería válido por el lazo
que los unía o como decía San Juan Pablo II: “su testimonio no sería
digno de fe” (Catequesis durante la Audiencia General del 3 de Abril de 1996), en
cambio la manifestación de los que no creían como Tomás o Saulo, si sería aceptado.
Gozar de la alegría y de la luz que Jesús
irradia en este mundo, es fruto de la resurrección. Madre Celestial ayúdanos a vivir
resucitando de nuestros temores que nos acobardan a la hora de hacer la
voluntad de Dios, para cumplir la misión a la que nos ha llamado:
1. Orando siempre como dice en Lucas 18,1,
para que los frutos de la resurrección en la misión sean abundantes, constantes
y crecientes.
2. Confiando siempre, colocando toda
nuestra confianza en el Señor (1Juan 5,14).
3. Por siempre alabando y agradeciendo a Dios
por llamarnos a la misión (Hebreos 11,1).
Por: Jaynes Hernández Natera, Coordinadora Apostolado María Madre nos reconcilia con Cristo
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