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Jesús quiere encontrarse con nuestra familia


Así como Jesús nació en una familia, cada uno de nosotros tiene una familia por la cual dar gracias a Dios y rogarle que la bendiga siempre.  Dios es amor, siempre está con nuestra familia, hoy es un día para reconocer su presencia en la historia familiar, que por su amor hemos aprendido a amar y ser amado, a perdonar y ser perdonado, a convivir con las diferencias en los gustos, recordando las discusiones entre hermanos por causa de la televisión o algún juguete, a compartir, comunicarnos, cuidar el uno al otro, unirnos frente a las dificultades para superarlas, celebrar juntos la victoria y llorar juntos en las tristezas.

No existen familias perfectas”, dijo el Papa Francisco y tiene la razón, quizás en este momento estás resentido, triste o preocupado  por algo, lo cual es causa de mayor oración, de mantenernos unidos al corazón amoroso de  Jesús, que sana y libera nuestras relaciones familiares. Bendita excusa para abrir con mayor amplitud las puertas de nuestros hogares, para que unidos en familia  nos encontremos con Jesús y confiemos en Él que todo lo puede, Él levanta al paralítico espiritual, endereza lo torcido y al que no quiere ver ni oír.

Jesús siempre ha estado en la familia, pero hemos vivido como si no estuviera ahí,  no  lo hemos invitado a la mesa y no nos acordamos de él en medio de un conflicto, tal vez si le invocáramos diciendo: “Ayúdanos Señor Jesús, ven a mediar entre nosotros”, seguro que no pasa a mayores el problema. Siempre que se pueda, debemos orar aunque sean dos por familia, no solo como él nos enseñó, sino en unión con Él, con su mamá María, su papá San José y hasta con los ángeles de la guarda de los familiares que no quieren orar.

Para lograr que todos los miembros de la familia reconozcan o quieran ese encuentro con Jesús es importante lo siguiente:

  • El testimonio de comunión y de vida, así como el Apóstol Andrés invitó a Pedro a conocer   a Jesús
  • Hacer la voluntad de Dios
  • Perdonar y pedir perdón
  • Santificar el hogar día a día
  • Concientizarnos de querer ser una Iglesia doméstica unida a Cristo, caminar con Él y perseverar en el caminar.
  • Reconocer que la familia es escuela de fe y de virtudes, es el lugar ordinario donde hemos de encontrar a Dios. Nadie puede decir que ama  a Dios  y no a su familia. 
  • Encomendarnos a la protección de la Sagrada Familia de Nazaret: ¡Sagrados corazones unidos de Jesús, José y María salvad y mantened unida mi familia y las familias en los cinco continentes! 
Por: Jaynes Hernández Natera, Coordinadora Apostolado María Madre nos reconcilia con  Cristo

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