Con el
himno “Misericordiosos como el Padre” el papa Francisco entró desde la basílica
de San Pedro hacia la plaza, para celebrar este domingo la santa misa, en medio
de los aplausos unos 70 mil jóvenes de 13 a 16 años que participan del Jubileo
de los adolescentes.
La plaza estaba más colorida de lo
habitual, con banderas, carteles y símbolos varios de identificación que
llevaban o vestían los jóvene, como camisetas, sombreros, gorros y pañuelos,
indicando lugares y países de proveniencia. A pesar de las previsiones
meteorológicas adversas, no llovió.
El
santo Padre vistiendo paramentos blancos con ribetes verdes y dorados presidió
la santa misa, mientras los jóvenes con el librito que les habían entregado
pudieron seguir y acompañar en la medida de lo posible, cantos como el Kyrie en
latín, las lecturas y las peticiones.
Uno de los niños del coro de la
Pontificia Capilla Sixtina, adolescente como ellos, cantó como solista:
“Misericordioso es el Señor lento en la ira (…) su ternura se expande en todas
las criaturas”.
El
Santo Padre en la homilía, con muchas pequeñas improvisaciones respecto al
texto programado, animó a los jóvenes a la caridad. Les recordó que la gente
conocerá a los discípulos de Jesús por cómo se aman entre ellos y que vivir las
bienaventuranzas da la identidad del cristiano y es el único “documento” válido
para ser reconocidos como discípulos de Jesús.
Les
señaló que amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno
mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las capacidades personales. Y que
debemos agradecer al Señor todos los días, por su amistad fiel, que supera las
decepciones que le damos, porque Jesús sigue amándonos.
Así el
Papa les recordó que Jesús les mira a los ojos y les llama para seguirlo, para
«remar mar a dentro» y «echar las redes» confiando en su palabra.
Les
advirtió que muchos les dirán que ser libres significa hacer lo que se quiera y
a esto hay que saber decir no, porque la libertad es el don de poder elegir el
bien. “No se contenten con la mediocridad”, dijo. Les señaló que que el amor es
concreto no una telenovela. Que es necesario desconfiar de quien les hace creer
que ellos son valiosos cuando los hacen pasar por fuertes, como los héroes de
las películas, o cuando llevan vestidos a la última moda. Vuestra felicidad no
tiene precio y no se negocia; no es un “app” que se descarga en el teléfono
móvil, les dijo.
“Levántense,
Jesús los quiere siempre de pie. Y cuando uno cae, les invitó a levantarse
tomándose de la mano de Jesús, apoyándose en los buenos amigos, en la familia.
A trabajar junto con los otros y por los otros, pero jamás contra alguien.
Y
concluyó: “Que vuestro programa cotidiano sean las obras de misericordia:”, así
“serán discípulos de Jesús” y “vuestra alegría será plena”.
Al
concluir la misa, el Papa entregó a varios jóvenes un
crucifijo invitándolos a “ser misioneros y mensajeros de la Misericordia
del Padre que se revela en Jesús”.
Fuente:
zenit.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario