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Un buen religioso es un gran ejemplo

 

 “A la idolatría del dinero, que endurece los corazones y levanta odios y conflictos, el religioso, por el voto de pobreza, opone el ejemplo del total desasimiento y despojo voluntario.

Ante el deseo insaciable de placeres que esclavizan, con el voto de castidad pregona que es posible dominar los sentidos, y mueve con su ejemplo a que se sometan los hogares a las sagradas leyes del matrimonio.

Ante el espíritu de independencia y emancipación que sueña con destruir toda autoridad y no quiere reconocer traba alguna, con el voto de obediencia ofrece el ejemplo de sumisión que, lejos de envilecer, ennoblece, puesto que únicamente se rinde ante Dios.

De este modo los religiosos, al vencer con sus votos el materialismo, salvan al mundo, al mismo tiempo que las almas; atraen a los hombres hacia la práctica de las virtudes cristianas: hacen más de lo debido, para que los otros se animen a hacer lo imprescindible, y además, expían por los pecados de las naciones. ¡Cómo yerra el mundo en sus juicios cuando cree que en las casas religiosas, particularmente en los conventos contemplativos, quedan sepultadas tantas vidas sin utilidad para el bien común!”.

 Vida religiosa, P. Royo Marín, O. P.

El relato del demonio y los tres monjes

En una ocasión, el demonio se apareció a tres monjes y les dijo: si os diera potestad para cambiar algo del pasado, ¿qué cambiaríais?

El primero de ellos tenía un gran fervor apostólico, y le respondió:

—”Impediría que hicieses caer a Adán y Eva en el pecado para que la humanidad no pudiera apartarse de Dios”.

El segundo de ellos era un hombre lleno de misericordia, y le dijo al demonio:

—”Impediría que tú mismo te hubieses apartado de Dios”.

El tercero de ellos era el más simple y, en vez de responder al tentador, se puso de rodillas, hizo la señal de la cruz y oró diciendo:

—”Señor, libérame del demonio de lo que pudo ser y no fue”. 

El diablo, dando un grito estentóreo y estremeciéndose de dolor, se esfumó. 

Los otros dos, sorprendidos, le dijeron:

—”Hermano, ¿por qué has reaccionado así?”.

Él les respondió: 

—”En primer lugar, porque NUNCA hemos de entrar en DIÁLOGO con el enemigo. En segundo lugar, porque no hay poder en este mundo capaz de CAMBIAR el pasado. En tercer lugar, porque el interés de Satanás no era que probásemos nuestra VIRTUD, sino que, atrapados en el PASADO, descuidáramos el presente, porque es el único tiempo en el que Dios nos da su gracia y podemos cooperar con ella para CUMPLIR su Voluntad. De todos los demonios, el que más atrapa a los hombres y les impide ser felices es el de lo que PUDO SER Y NO FUE.

El pasado queda a la Misericordia de Dios y el futuro a su Providencia. Solo el presente está en nuestras manos.

Fuente: www.catolicidad.com