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¿Por qué no vivimos una Semana Santa más espiritual?

5 Tips para vivir una Semana Santa más espiritual.

La Semana Santa es el tiempo litúrgico donde revivimos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Aunque en ocasiones es muy complicado para nuestros hijos vivir los oficios porque son largos y no tiene gran significado para ellos, nosotros podemos explicarles lo que está sucediendo y ayudarles a vivir la Semana Santa más plena, por eso aquí te dejo mis 5Tips para vivir una Semana Santa más espiritual.

PRIMERO. Lee con la biblia para que sepas lo que va a suceder.

Es importante conocer lo que vamos a vivir para tratar de hacerlo desde el corazón de alguno de los involucrados, así lo viviremos de forma más real y mucho más aterrizado.

Por ejemplo, podemos vivirla desde el corazón de María, podemos vivirlo desde el corazón de Juan, el discípulo amado o podemos vivirla desde el corazón de Pilatos o de quienes lo entregaron; esto nos ayudará a tratar de darle un sentido más trascendente y espiritual a esta Semana Santa.

SEGUNDO. Piensa como lo van a vivir en familia.

Es importante que les demos a conocer todo esto a nuestros hijos. Si están pequeños puede ser por medio de dibujos y si son más grandes podemos compartir la lectura con ellos.

Podemos hacer una estrategia familiar para que cada quien lo viva de forma personal y que después lo comparta con la familia.

También podemos organizar ver la película de la pasión y reflexionarla.

TERCERO. Prepara actividades que inviten a la reflexión y vivencia personal.

De forma particular, te invito a que esta Semana Santa la vivamos más desde el aspecto espiritual, es decir, acompañando a Jesús a cada momento y tratando de sentir lo que El sentía.

Así podremos también reparar y suavizar un poco sus sufrimientos al acompañarle espiritualmente.

CUARTO. Asiste a las celebraciones.

Es importante que hagamos el esfuerzo de asistir a las celebraciones aunque esto implique un gran esfuerzo.

Cuando nuestros hijos son pequeños, es importante tomar precauciones y llevar todo lo necesario para que nos puedan acompañar.

Recuerda que siempre es mejor que asistamos para que nuestros hijos se vayan familiarizando con las celebraciones y las vivan al máximo.

Si el trabajo no nos lo permite, te ofrezco la opción de ver la celebración del día por www.florycanto.digital ondemand, es decir, a la hora que puedas, así lograrás vivir plenamente esta Semana Santa.

Claro que siempre es mejor que sea en vivo y en el templo.

QUINTO. Vive con la familia cada momento que vivió Jesús.

Es importante vivir en familia cada acontecimiento y acompañar a Jesús todos juntos.

Yo sé que todo esto puede estar pasado de moda para muchos, pero en verdad que vivir la Semana Santa le da sentido y razón a él ser católicos y por lo mismo es importante vivirlo en familia.

Recordemos que la pasión y muerte de Jesús son el acto de Amor más grande que Dios ha tenido con nosotros y que la resurrección de Jesús nos ha traído la salvación eterna, por eso es la máxima fiesta que debemos tener los católicos.

Por: Silvia del Valle | Fuente: Red de Comunicadores Católicos

Cinco caminos de Penitencia , por San Juan Crisóstomo.

  "¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al Cielo. 

  El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados, y serás justificado. Por eso dice el salmista: Propuse: «Confesaré al Señor mi culpa» y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues, quien condena aquello en lo que faltó, con más dificultad volverá a cometerlo; haz que tu conciencia esté siempre despierta y sea como tu acusador doméstico, y así no tendrás quien te acuse ante el tribunal de Dios.  

  Este es un primer y óptimo camino de penitencia (necesario para el perdón de los pecados); hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo modo de expiar nuestras culpas. Porque si perdonáis a los demás sus culpas –dice el Señor–, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.  

 ¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.  

   Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad.  

  También, si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado: De ello tienes un ejemplo en aquel publicano, que, si bien no pudo recordar ante Dios su buena conducta, en lugar de buenas obras presentó su humildad y se vio descargado del gran peso de sus muchos pecados.  

  Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.  

  No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil, y no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran penuria, podrías deponer tu ira y mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y confesar tus pecados; la pobreza no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero, ¿qué estoy diciendo? La pobreza no impide de ninguna manera el andar por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes –hablo de la limosna–, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas.  

  Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas, y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor, rey de la gloria, y alcanzar los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la benignidad de nuestro Señor Jesucristo". 

  San Juan Crisóstomo, Homilía sobre el diablo tentador (2, 6: PG 49, 263-264).