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Los hijos antes de nacer

El mundo no puede cerrar los ojos ante el drama del aborto. 

Entre las urgencias de nuestro mundo hay una que exige un esfuerzo colectivo para salvar a los más inocentes entre los seres humanos: los hijos antes de nacer.

Es cierto que existen muchas voces y organizaciones que buscan un mundo más humano y más fraterno. Entre esas voces debe vibrar, con una intensidad especial, la búsqueda de ayudas para que ningún hijo sea eliminado a través del aborto provocado.

Juan Pablo II lo vio con claridad en sus años de Papa. Por eso lanzó una invitación general para que hombres y mujeres de buena voluntad se movilizasen a favor de los embriones y fetos humanos.

“Es urgente una movilización general de las conciencias y un esfuerzo ético común, para poner en práctica una gran estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas propios de hoy sobre la vida del hombre; nueva, para que sea asumida con una convicción más firme y activa por todos los cristianos; nueva, para que pueda suscitar un encuentro cultural serio y valiente con todos” (“Evangelium vitae”, n. 95).

Esa movilización, desde luego, también incluye la búsqueda de ayudas a los ya nacidos, a los pobres, a los hambrientos, a los enfermos, a los ancianos, a los que no tienen trabajo, a los emigrantes, a los perseguidos por gobiernos injustos, a las víctimas de todo tipo de violencia.

Pero se centra en quienes son parte de la familia humana antes del parto. En el esfuerzo por unirnos en la fraternidad humana, en el reconocimiento de que todos tenemos por Padre al mismo Dios, hace falta implementar ayudas a madres en dificultad, de forma que puedan acoger a sus hijos y abrazarlos con el cariño que merecen.

El mundo no puede cerrar los ojos ante el drama del aborto. Millones de hijos son eliminados cada año, muchos de ellos por culpa de leyes y de gobiernos que han hecho sumamente fácil suprimirlos, incluso con dinero público que debería estar destinado a proteger, no a matar.

Por eso, ante tanta indiferencia de muchos frente al drama del aborto, las voces de movimientos verdaderamente populares, porque son movimientos a favor de la vida de los seres humanos más pequeños, denunciarán el mal terrible del aborto, y difundirán esa “cultura de la vida” que supo promover con valentía San Juan Pablo II.

Sus palabras conservan, en nuestros días, una fuerza y actualidad sorprendentes:

“Hoy una gran multitud de seres humanos débiles e indefensos, como son, concretamente, los niños aún no nacidos, está siendo aplastada en su derecho fundamental a la vida. Si la Iglesia, al final del siglo pasado, no podía callar ante los abusos entonces existentes, menos aún puede callar hoy, cuando a las injusticias sociales del pasado, tristemente no superadas todavía, se añaden en tantas partes del mundo injusticias y opresiones incluso más graves, consideradas tal vez como elementos de progreso de cara a la organización de un nuevo orden mundial” (“Evangelium vitae” n. 5).

Por: P. Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net 

¡Conste que ya se lo habíamos advertido!

 

 "No encuentro otro medio más poderoso para atraer sobre nosotros el Reino de Dios, la Sabiduría, que unir a la oración vocal la oración mental, rezando el Santo Rosario y meditando sus misterios". San Luis María Griñón de Montfort.

 El Padre Pío tenía Rosarios en todas partes, bajo la almohada, en la mesilla de noche, en los bolsillos, dondequiera... Era el religioso del rosario. Consideraba el Rosario como su arma predilecta contra toda clase de enemigos. En alguna ocasión llegó a afirmar: “Quisiera que los días tuvieran 48 horas para poder redoblar los rosarios. Cuando le preguntaban por su herencia espiritual no dudaba en afirmar que era el Rosario: “¡Amad a la Virgen y hacedla amar. Recitad siempre el Rosario!”. 

  "Entre las devociones aprobadas por la Iglesia ninguna más dulce ni más eficaz que el Santísimo Rosario". San Antonio María Claret. 

  "Con el Rosario, los enfermos recobrarán la salud o no morirán sin los sacramentos". San Francisco Javier. 

  "El Rosario es la salvación de los fieles". Papa Clemente VIII. "El Rosario aplaca la justa indignación de Dios". Papa Gregorio XIV. 

  "El Rosario es una parte y forma de oración, bellísima acomodada a nuestros tiempos, fácil de practicar y muy fructuosa". Papa León XIII.

  "El Rosario invita a nuestros dedos, a nuestros labios y a nuestro corazón a entonar una gran sinfonía de súplica y oración, y por estos motivos es la plegaria más grandiosa que jamás haya compuesto el hombre. El Rosario es un sitio de encuentro de los no instruidos y de los sabios; es la escuela donde el amor sencillo se acrecienta en conocimientos y donde los sabios aumentan su amor". Monseñor Fulton J. Sheen. 

 "Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros". Sor Lucía de Fátima. 

 Rezar el Rosario es revivir con María los mayores sucesos de la Historia. Cuando lo rezamos nos dirigimos precisamente a Dios Padre que nos ha dado a su hijo Jesucristo, pero lo hacemos poniendo de intermediaria a la Virgen Madre de Dios. El Rosario es una cadena misteriosa formada con eslabones de confianza que nos une indisolublemente al corazón de la Madre de Dios y de los Hombres. Amemos a Nuestro Amado Señor Jesús recordando y meditando su vida en cada Misterio, rezando la oración que Él mismo nos enseñó con el Padre Nuestro, saludando a Nuestra Madre Bendita con cada Ave María, y Glorificando a Nuestro Dios en cada Gloria. En el Rosario se nos hacen visibles las huellas de Jesús en el mundo... hacia el Padre conduce este camino. De perla en perla, de decena en decena, recorremos nosotros los caminos de Jesús. A través de los misterios de su niñez, a través de las estaciones de su pasión redentora, podemos nosotros, con María, caminar hacia su plenitud y glorificación. Sus caminos se convierten en nuestros caminos. Unámonos en oración por Amor a Jesús.

Fuente: www.catolicidad