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Señor, danos Sacerdotes Santos

 

SEÑOR, DANOS SACERDOTES SANTOS 

Señor, para celar tu honra, y gloria, danos sacerdotes santos. 

Señor, para aumentar nuestra fe, danos sacerdotes santos. 

Señor, para sostener tu Iglesia, danos sacerdotes santos. 

Señor, para predicar tu doctrina...

Señor, para defender tu causa...

Señor, para contrarrestar el error...

Señor, para aniquilar las sectas, para sostener la verdad... 

Señor, para dirigir nuestras almas...

Señor, para mejorar las costumbres...

Señor, para desterrar los vicios...

Señor, para iluminar al mundo...   

Señor, para enseñar las riquezas de tu Corazón...

Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo, Señor, para que todos tus ministros sean la luz del mundo y la sal de la tierra, danos sacerdotes santos.

Oración. — Corazón de Jesús, Sacerdote santo, te pedimos con el mayor encarecimiento del alma que aumentes de día en día los aspirantes al sacerdocio y que los formes según los designios de tu amante Corazón. Sólo así conseguiremos Sacerdotes Santos, y pronto en el mundo no habrá más que un solo rebaño y un solo Pastor. Así sea. Amén.

(Indulgencia de 7 años y una plenaria al mes, con las condiciones ordinarias).

Fuente: www.catolicidad.com

Oración al Sagrado Corazón de Jesús


Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor:

(Se ora en silencio pidiendo el favor)

¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.

Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Fuente: Catholic.net

Exaltación a la Santa Cruz

 El Rezo de los Mil Jesuses: Significado y Origen

La Santa Cruz que el Señor la dignificó y en la que derramó su Sangre por el perdón de los pecados para salvar a  toda la humanidad.

En los países de Latinoamérica, especialmente en Colombia, se ha impuesto una hermosa tradición y devoción, el rezo de los mil Jesuses, repetir el día de la Santa Cruz mil veces el nombre de Jesús, mil veces o más. No es que sea ya un número determinado o definitivo. Esto se sustenta en la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses Al nombre de Jesús Toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, y toda lengua proclame que Jesús es el Señor.





Sentencias de San Alfonso

 

Todo lo de esta vida termina, tanto el gozar como el sufrir. La eternidad no acaba jamás.

• En la hora de la muerte ¿de qué sirven todas las grandezas de este mundo?

• Todo lo que viene de Dios, sea próspero o adverso, es bueno y para nuestro bien.

• Es necesario dejar todo, para ganarlo todo.

• Sin Dios no puede haber paz.

• Solo amar a Dios y salvarse, es necesario.

• Solo hay que temer el pecado.

• Si se pierde a Dios, todo se ha perdido.

• El que no desea nada de este mundo, es señor del mundo.

• El que reza se salva, el que no reza se condena.

• Venga la muerte, pero sea para agradar a Dios.

• Para el que ha merecido el infierno, toda otra pena es ligera.

• Quien mira a Jesús en la cruz, todo lo sufre.

• Lo que no se hace por Dios, se convierte en pena.

• El que a solo Dios quiere, posee todos los bienes.

• Dichoso el que puede decir de corazón: Jesús mío, te quiero solo a ti y nada más que a ti.

• Quien ama a Dios, en todas las cosas encuentra contento; quien no le ama, en ninguna lo encuentra. 


San Alfonso María de Ligorio.

"¡SI SUPIERAN LO QUE LES ESPERA!"

 

 «Entre los visitantes y las enfermeras había mu­chos que escandalizaban a Jacinta por sus vestidos de­masiado llamativos, a menudo también inmodestos. Seña­lando ciertos collares y otras formas de joyería, Ja­cinta solía decir: “¿Para qué sirve todo eso? ¡Si su­pieran lo que es la eternidad!” Y de algunos doctores que reflejaban incredulidad: “¡Desdichados! ¡Si supieran lo que les espera!”

La vidente afirmó que Nuestra Señora le había revelado que “los pecados que más gente llevan al in­fierno, son los pecados de la carne; que esa gente debe renunciar a la lujuria y a la impureza, que no debe permanecer obstinada en el pecado, y tiene que hacer penitencia.”

Parece que cuando lo dijo, Nuestra Señora se mos­tró muy triste, pues la niña agregó: “¡Tengo mucha pena por Nuestra Señora! Tengo mucha pena por ella!”»

 Canónigo Formigao, “Los Grandes Milagros de Fáti­ma”.